The Rolling Stones
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Rolling Stones en Cuba 2016. Son las tres y media de la tarde. Marcial me deja en el semáforo de la 26, justo enfrente de la Ciudad Deportiva de La Habana.  No puede acercarse más. Todo está cortado. Me despido de mi taxista y nuevo amigo y salto del Lada para unirme al hormiguero humano que está rodeando el recinto en su camino hacia la puerta de entrada. Transitamos por una larga acera entre la valla y una fila de autobuses que no paran de vomitar gente. Acelero el paso. Solo hay una barrera de policía. Con sumo respeto se limitan a saludar y mirar algunas mochilas. A mi solo me toca el saludo. Solo limitan bebidas alcohólicas. Más o menos.

Rolling Stones en Cuba 2016.En una primera puerta la gente se acumula. Da acceso al primer anillo, el de pie de escena. Una chica  sale del tumulto, decepcionada. "Ya no entran más, ¡solo con invitación!". Corro hasta la siguiente puerta, que no es más que un agujero abierto en la verja. ¡Estoy dentro! El escenario no está lejos y aún no parece haber tanta gente como para no poder llegar lo bastante cerca. Intento salir de mi perplejidad y avanzar sin entretenerme con los diferentes personajes que me voy cruzando. A la altura de la primera torre de sonido me detiene una barrera que me separa del recinto de los elegidos. "Compadre, disculpe, ¿cómo se pasa a ese lado?", le pregunto al policía que tengo enfrente. Como suponía, me responde "solo con invitación".   

Elijo un lugar en el que queda un poco de espacio y con buena visibilidad y me instalo para cinco horas de espera. Ahora ya puedo mirar a mi alrededor. Veo camisetas de Metallica, de Pink Floyd, de Iron Maiden, de los Doors; banderas de Cuba, de Ecuador, de México, de Inglaterra, de Argentina, de País de Gales; individuos solitarios, grupos de amigos, familias enteras de hasta tres generaciones. En las pantallas del escenario se anuncia algo imposible: "Rolling Stones en Cuba". Y sin embargo, allí estamos.

Rolling Stones en Cuba 2016.
Nadie sabe a ciencia cierta qué va a ocurrir, aunque todos esperamos que ocurra algo muy importante. Hay una curiosa tensión que contrarresta la simpatía tradicional de los cubanos. Entablar conversación cuesta unos minutos más de lo que es habitual en las calles de La Habana. Pero todo llega. "Es histórico". "Es como el concierto de Pink Floyd cuando el muro en Berlin". "Llevamos décadas esperando algo así". "Ya han venido otros grupos a tocar gratis a Cuba, esto no ha hecho más que empezar... pero los Rolling Stones, mi hermano!, esto no tiene comparación." Delante de mí, unos simpáticos italianos con sus gorras de guerrilleros compradas en la Habana Vieja están locos por saber dónde encontrar una camiseta de los Stones en Cuba. Una chica les saca de dudas: no las venden en ningún sitio, cada uno se ha fabricado la suya.

Rolling Stones en Cuba 2016.
A unos cincuenta metros a mi derecha, una tímida bandera de EE.UU. emerge como un periscopio. Se mantiene un par de minutos ondeando y desaparece. La operación se repite cada cierto tiempo y la bandera se mantiene a flote cada vez más rato. Un grupo de argentinos se han encontrado a unos ecuatorianos y gritan sin parar como en si estuvieran en La Bombonera: "Ecuador y Argentina que alegríaaa!". Se nos van pasando las horas intercambiando pareceres y algunas provisiones y nos damos cuenta de que son las siete porque ya no queda sitio para seguir sentados. A mi lado un señor le dice a su hija, Lisa, que es el momento de montar el teleobjetivo en la Nikon. Son una familia habanera y vienen pertrechados con cámara, dos objetivos, tableta y smartphone, un arsenal que parece insólito para un cubano medio.

Rolling Stones en Cuba 2016.A esas alturas ya estamos bastante apretados y no nos parece bien dejar avanzar a la inglesa y la coreana que nos empujan con la excusa de ser periodistas en su país. "Quedaos aquí con el pueblo, que lleva esperando durante horas. Y si no haber llegado antes. De todas maneras, en cinco metros encontraréis una barrera y no os dejarán pasar." La coreana quiere seguir intentándolo y desaparece en la multitud, pero la inglesa está harta de seguir a su amiga. "La he conocido hoy en un taxi y hemos simpatizado, pero yo me planto aquí: ya la encontraré luego." Es Angela. Me alarga una lata de cerveza Cristal. Me viene al pelo, porque estamos a 30 grados y no se vende nada de bebida en todo el recinto. La chica inglesa nunca ha visto a los Stones y aún así se arriesga a apostar sobre cuál va a ser la primera canción del concierto: para ella, Gimme Shelter,  yo estoy seguro de que será Jumpin' Jack Flash. Hay una Cristal en juego.

Dr. J


Continuación: Crónica del Concierto

Rolling Stones en Cuba 2016.

Rolling Stones en Cuba 2016.Todos a sus puestos. Las ocho y media en punto. Un vídeo de introducción nos atrona desde las pantallas y nos indica que salimos a escena en un par de minutos. Smartphones encendidos, banderas en alto, no tanto que no dejáis ver a los de atrás... "¡Somos el público de los Rolling Stones!" - nos repetimos, nerviosos- "¡todo va a salir bien!". Ladies and gentlemen, The Rolling Stones!

Las pantallas multiplican una gigantesca imagen de Keith Richards que avanza hacia nosotros lanzando los primeros acordes de Jumpin' Jack Flash. He ganado una apuesta. Perdemos los papeles. Unos agitan el smartphone, otros dejan la bandera por cualquier parte, hay quien intenta subirse a hombros del primero que encuentra, solo acertamos a alzar los brazos y gritar. Gritar muy fuerte. Es una sincera explosión de júbilo, una auténtica liberación.   

Rolling Stones en Cuba 2016
 It's only Rock'n'Roll (but I like it) y nos invade una especie de letargo. Angela tiene razón: los extranjeros somos los únicos que nos movemos. Nuestros compañeros cubanos están perplejos; en sus rostros, miradas vidriosas y sonrisas soñadoras. Una multitud de pantallas de teléfono se eleva sobre las cabezas como un enjambre de sofisticadas luciérnagas. "Buenas noches, mi gente de Cuba", suelta Jagger antes de dejarnos seguir segregando endorfinas con un memorable Tumbling Dice.

"Aquí estamos finalmente. Estamos seguros de que esta va a ser una noche inolvidable." y medio millón de gargantas se arrancan a acompañar con oooohooohs el estribillo de Out of Control. Los cuatro demonios están rejuvenecidos y se lo están pasando en grande. Mike ya se ha lanzado a hablar en español con su gracioso acento angloamericano y ha visto que funciona: "Sabemos que años atrás era difícil escuchar nuestra música aquí en Cuba. Pero aquí estamos, tocando para ustedes. Pienso que finalmente los tiempos están cambiando. Es verdad, ¿no?" Todos queremos creerlo pero nos lo vamos a pensar mientras nos regaláis All down the line. Libertad, gritan unos, Patria o Muerte, dicen otros. Hey, atentos, que seguimos estando en el concierto de los Stones, si no ya hablamos de eso otro día. Mira que el compañero Miguel está dedicando Angie a los cubanos románticos. Esta nos la sabemos todos así que todos a cantar como si fuéramos uno.

Rolling Stones en Cuba 2016Hasta aquí los preliminares. El primer clímax del concierto llega cuando encadenamos Paint It Black y Honky Tonk Women. La sintonía ahora es total. "La estamos pasando superbien!" -sigue Jagger- "Anoche fuimos a la embajada británica. Y  bebimos whisky y comimos fish and chips. Después comimos arroz y frijoles en un paladar. Pero lo más rico fue bailar rumba cubana!" Nos tiene en el bolsillo y lo sabe. Es el momento de presentar a la banda y dejarnos con su compadre y bucanero Keith Richards. Es el ratito  particular del pirata, con los inevitables You Got The Silver y Before They Make me Run y esos impagables destellos de complicidad con Ronnie Wood.

Rolling Stones en Cuba 2016
Midnight Rambler nos vuelve a traer a escena a los cuatro magníficos. Jagger se acerca con su armónica a Keith Richards y ambos se dejan llevar por la corriente abajo del Rythm'n'Blues. La versión se alarga porque Mike ha decidido hacernos cantar y no hemos podido negarnos. "Muchas gracias Cuba por toda la música que has regalado al mundo!" Como ya estamos calientes, vamos a cantarnos un Miss You, versión extendida, todos juntos y luego un Gimme Shelter y ahora a saltar como locos con Start Me Up. Oscuridad, luces rojas, símbolos diabólicos. Llega el momento de ver si en Cuba saben hacer wooohoos. Sympathy for the devil. Woohoos de sobresaliente. Pleased to meet you, señor Jagger. La canción se trunca de golpe y nos encontramos con un Brown Sugar que  sabe a despedida y se nos disuelve demasiado rápido en la boca. No nos podéis dejar así, exigimos satisfacción! Que no se mueva nadie hasta que vuelvan a salir.

El coro arranca la intro de You Can't Always Get What You Want y nos pone un nudo en la garganta. Pensamos en todos los que no están aquí con nosotros, familiares y amigos para los que tenemos la obligación de no olvidar nunca lo que nos está ocurriendo. Hasta el coro se acaba descalabrando hacia el final de la canción y no nos importa porque sabemos que deben de estar tan emocionados como nosotros. No hay problema, ya nos encargamos de cubrir su flanco aullando ... you get what you neeeeeed!! y repitiendo a gritos hasta la saciedad esa gran verdad: You Can't Always Get What You Want, pero si te lo curras tendrás lo que necesitas. Y por fin, Satisfaction, para que todo vuelva a estallar por última vez. La Habana aprende un nuevo himno revolucionario. Nonono! Yeyeyeah! Fin del orgasmo.

Rolling Stones en Cuba 2016

Solo la mitad del público se dirige hacia la salida. Los demás nos quedamos paseando sin rumbo o sentados sobre el césped, fumando el purito de después. Hemos hecho Historia. No nos vamos. Nunca nos marcharemos de la Ciudad Deportiva de La Habana. Esta noche durará toda la vida. 

Dr. J


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Rolling Stones en Cuba 2016

Rolling Stones, Cuba, Concierto, La Habana
25 de Marzo. Son las dos de la tarde en La Habana.

Se abren las puertas de la Ciudad Deportiva. Los primeros en entrar en el recinto han pasado toda la noche a la puerta. Joseph, en cambio, llegó a las 10 de la mañana y en unos minutos va a estar muy contento por haber podido acceder al pie de la escena. Viene de Seattle y conoce bien Cuba, pero esta vez está aquí sobre todo por el concierto. Viaja en solitario, pero en esta isla uno nunca esta realmente solo.

Exactamente a las dos de la tarde, Lisa y sus padres salen de su casa con dirección a la Ciudad Deportiva de La Habana. "No has olvidado el otro lente, ¿verdad?", pregunta el padre. Lisa señala su mochila y dice que lo lleva todo, incluido el teleobjetivo para la preciada reflex con la que esperan inmortalizar el momento musical más gigantesco ocurrido en su país en las ultimas décadas.

Rolling Stones, Cuba, Concierto, La Habana
Las dos de la tarde es la hora exacta a la que llega un bus urbano de Nuevo Vedado a Ciudad Deportiva. Dany, Gleybis y sus amigos bajan a toda prisa y revisan que el ron va bien escondido en las mochilas. Son estudiantes en la Universidad de La Habana. Medicina, Filología Inglesa, Ingenieria Química... El futuro cierto de un pueblo de incierto porvenir. Hoy algo va a cambiar: se piran las clases. Es el día de los Rolling!

A las dos de la tarde una inglesa llamada Angela comparte un taxi con una chica de Corea del Sur a la que no conocía de nada. Ambas son periodistas, pero están de vacaciones en Cuba. Nada más salir del taxi, Angela piensa comprar una remesa de latas de cerveza Cristal para pasar la espera. Dicen que lo primero que Raúl preguntó a Obama cuando se encontraron hace unos días fue "¿Cristal o Bucanero?" La Bucanero es mejor, pero la Cristal quita la sed de maravilla. El concierto es a las ocho y media... ¿Ocho latas serán suficientes?

Rolling Stones, Cuba, Concierto, La Habana

Dos de la tarde. Fulvio emprende el camino a la casa particular en la que se aloja. Los dueños le han propuesto cambiarse solo por un día a otra casa cercana porque tenían problemas de disponibilidad. Es italiano y fotoperiodista y ha pasado la mañana tomando fotografías de la gente esperando para entrar en la Ciudad Deportiva. Tiene el tiempo justo para el cambio de casa, revisar su Leica y correr al concierto.

Dos de la tarde en La Habana. Marcial espera la llegada del autobús de Trinidad en la terminal de Viazul. Si hay suerte, allí encontrará uno o dos clientes para redondear la mañana. Es taxista en La Habana y hoy no podrá ir al concierto porque tiene un niño chiquito. Le preocupa el tráfico. La Habana está revuelta. Han cortado la 26 y todo es un caos. No sabe que, en unos momentos, en su destartalado Lada rojo va a conducir a un festivalero a la casa particular en la que se alojan Fulvio y Joseph y luego a la Ciudad Deportiva. Allí, a las ocho y media, un terremoto llamado Rolling Stones va a sacudir con fuerza este país de Cristal... Y Bucanero.

Muy pronto, la crónica completa y las fotos del concierto de Rolling Stones en Cuba.

Dr. J

Así empezó el histórico concierto de Rolling Stones en Cuba
Roskilde Festival, 2014, Rolling Stones, Live
Parece sorprendente pero es muy difícil escribir un artículo sobre un concierto de los Rolling Stones. Difícil sobre todo si quieres evitar caer en los tópicos y en lo que otros ya han escrito sobre Mick, Keith, Ron y Charlie. Difícil porque lo que tienes durante esas más de dos horas es un cúmulo de sensaciones, de recuerdos, de vivencias, de felicidad.

Roskilde Festival, 2014, Rolling Stones, Live
Es curioso ver los momentos previos a que arrance ese concierto. Carreras, nervios, gente queriendo llegar lo más adelante posible y una expectación que es muy, muy difícil de encontrar en cualquier otro lugar. 100000 rostros esperan por primera vez en el Orange Stage de Roskilde Festival a que se ilumine el escenario y empiece un concierto que puede ser mítico. Es el último de su European 14 ON FIRE Tour, quizá el último? Siempre la gran pregunta.

El viaje comienza cuando los primeros riffs made in Keith rompen el silencio y suena Jumpin' Jack Flash. A partir de ahí comienza un viaje de dos horas y media. Una travesía en la que recuerdas dónde estabas cuando oíste esa canción. Qué más da su edad!, o si ya sólo lo hacen por dinero. No pretenden engañar a nadie... Qué bueno es estar aquí esta noche dice Keith y sigue... en realidad es bueno estar en cualquier sitio. Así son, irreverentes, provocativos, geniales.

Roskilde Festival, 2014, Rolling Stones, Live
Las canciones te van transportando de un momento a otro de tu vida hasta que Keith se olvida de su púa y comienza a tocar con dos dedos como los auténticos dioses. Y ese, señoras y señores, es el momento en que empiezas a flotar. Ya no hay nada más a tu alrededor, sólo tú y ellos. La felicidad en un concierto, el éxtasis delante de un escenario. Apenas tienes voz para cantar al ritmo de Mick. De repente te das cuenta que hasta ellos mismos lo están gozando. Ron se salta el guión y, cigarro en boca, se lanza por la pasarela deslizando los dedos como sólo él lo sabe hacer. Hasta el siempre impasible Charlie sonríe constantemente. Parece que va a hablar pero no, una reverencia a la múltitud desatada al ritmo de sus baquetas y vuelta a ese segundo plano tan efectivo.

Roskilde Festival, 2014, Rolling Stones, Live
El naranja se convierte en rojo, el diablo vuelve a reencanarse en Jagger y todos sentimos esa simpatía por el demonio. Los chicos malos lo han vuelto a hacer. Crees que has llegado al éxtasis y es entonces cuando el coro arranca las primeras notas... Ahí está de nuevo frente a nosotros la realidad hecha estribillo... You can't always get what you want...
Roskilde Festival, 2014, Rolling Stones, Live
Vuelves a estar en el momento perfecto en el lugar correcto. Junto a ti otros dos soñadores, otros dos locos capaces de llegar al fin del mundo por conseguir nuestras ilusiones... Quizá no podamos sienpre tener lo que queremos... but if you try sometime, you just might find you get what you need!

Y así se escribe la historia de ver a los Rolling en directo. Es difícil moverse una vez que ha terminado. Necesitas asimilar lo que acabas de vivir. Necesitas archivar en tu cabeza cada momento, cada instante de lo que ha pasado justo delante de tus ojos. Y cuando, diez minutos despues lo has conseguido sólo aciertas a balbucear... Son los putos amos. Y por muchos años, hagan lo que hagan.

J&B

Roskilde Festival, 2014, Rolling Stones, Live
Roskilde Festival, 2014, Orange Stage
Sí, sí... Y no un Festival cualquiera, uno que se lleva celebrando desde 1971. Dos años después de lo que sucedió en Woodstock, un par de estudiantes todavía impactados por aquel ambiente decidieron crear la versión Norte-Europea de lo que allí se vivió. Y desde entonces no ha faltando ni un sólo año. Piensa un grupo, cualquiera, y ten por seguro que en algún momento ha actuado en el Festival de Roskilde.

The Rolling Stones, Roskilde Festival, 2014, Live
El Festival se celebra a unos 35 kilómetros de Copenhague y el acceso en tren es perfecto con una parada llamada The Festival Station justo en una de las entradas. Roskilde Festival mantiene la misma filosofía que otros festivales del Norte de Europa. La organización corre a cargo de una asociación sin ánimo de lucro en la que se incluyen unos 50 trabajadores y miles de voluntarios. El dinero recaudado sirve para apoyar iniciativas que benefician a los niños y jóvenes y para apoyar la labor humanitaria y cultural. Y además, para que quede bien claro, esta es una de las frases que se pueden leer en su web: The society's work is independent of party politics and has no geographical borders. Ahí lo dejan.

Arctic Monkeys, Roskilde Festival, 2014, Live
Una vez presentado, vamos al lío. La edición del 2014 se celebrará del 29 al 6 de Julio (correcto, arranca cuanto está terminando Glastonbury) y, a falta de la distribución por días cuenta con un line-up encabezado por, atención, The Rolling Stones (los únicos que tienen día, el jueves 3 julio). Pero tras ellos aparecen Arctic Monkeys, Damon Albarn, Drake, Major Lazer, Outkast, los daneses TrenteMoller y, ojito, Steve Wonder, en vivo y en persona. Ellos, son los ocho (sí, sí, ocho!) cabezas de cartel. Pero si sigues buscando te encuentras con Bastille, Kasabian, Deftones, Interpol y muchos otros hasta 160 artistas.

Manu Chao, Roskilde Festival, 2014, LiveY por ahí, escondidos, dos debilidades, los colombianos de La Chiva Gantiva y... Manu Chao. O lo que es lo mismo, ritmo latino para el Norte de Europa.

Os mola? A nosotros también! De hecho, ya lo hemos marcado en nuestra Festi-agenda en rojo para conocerlo este 2014 en el que quizá cambiemos el escenario en forma de Pirámide por este otro naranja con forma de carpa de circo. El precio por la entrada completa con derecho a camping ronda al cambio los 255 euros, las entradas de día, salvo para el jueves de los Rolling que ya están agotadas, también están disponibles por unos 130 euros.

Festivaleros! Algo huele a Festival en Dinamarca... Quién se viene?

J&B

Cartel Completo del Roskilde Festival 2014
Roskilde, Festival, 2014, line up


Glastonbury. 29 de Junio de 2013. Aún no hemos tenido tiempo de asimilar lo que acabamos de ver. Un sueño festivalero se ha cumplido: hemos visto a los Rolling Stones en la Pirámide y no nos salen las palabras. Pero, un momento, esto aún no ha acabado. Las voces del Voce Choir y algunos miembros del London Youth Choir nos cortan la respiración, están abriendo You can't always get what you want.

Este tema fue escrito por Mick Jagger y Keith Richards en 1968 y muchos ven en él la respuesta de los Stones al Hey Jude de Beatles. El propio Jagger declaró unos meses antes de la publicación del tema (en Let it Bleed, 1969) que le había encantado la idea de introducir una orquesta en la canción de los de Liverpool y que ellos intentarían hacer algo parecido en su siguiente disco. Cuando alguien les propuso meter al London Bach Choir en una canción que Mick usaba para pasar el rato con su guitarra en la habitación, les pareció "una risa", así que lo hicieron.

En las estrofas de la canción encontramos tres micro-historias que tratan los temas más recurrentes del momento: el amor, la política y la droga. En las tres hay un tinte de fatalismo y decepción: el amor resulta un arma cortante, la droga, una muerte sin gloria y la política, un hábito del que solo se sacan los palos en las manifestaciones. Es la visión del fin de fiesta de una década en la que todo parecía posible y que se acababa, dejando abierta la puerta a la decadencia de los 70. Sin embargo, esta iba a ser una decadencia brillante, en parte por el pragmatismo que sugiere el estribillo: No puedes tener todo lo que quieres pero, si lo intentas, a veces, puedes tener justo lo que necesitas...

Como si hablara de cada uno de nosotros, los festivaleros de Glastonbury nos dejamos invadir por la extraña mezcla de nostalgia, frustración y euforia que comunica esta canción y, en un momento inolvidable, coreamos sacudiéndonos como podíamos el nudo de las gargantas, una gran verdad que tenemos bien aprendida y que nos salía a gritos de lo más profundo: You can't always get what you want... but if you try sometime, yeah, you just might find you get what you need!  

Disfrutad del vídeo del que ha sido, hasta ahora, el momento más emocionante de mi vida festivalera.

Dr. J


Video You can´t always get what you want by The Rolling Stones en Glastonbury 2013

Glastonbury Festival. 2013

A Diego A. Manrique,

A la vuelta de nuestra primera incursión en el mítico Festival de Glastonbury (Inglaterra), nos encontramos con su texto Imperios de la Mugre, en su blog de El País, el cual catalogamos como texto de opinión pues en ningún momento parece hablar desde la experiencia y los datos que aporta nos parecen extraídos de fuentes tan fiables como los test de personalidad de Cosmopolitan. Así que, como los hechos son los hechos y las opiniones son libres, le dejamos a usted con la suya y le aportamos la nuestra basada en hechos recogidos sobre el terreno, por si pudiera valerle para informarse.

¿Qué cosas se pueden hacer en un festival que no se pueden hacer en la vida diaria? Lo primero y fundamental, disfrutar de mucha música en directo y entregarse en cuerpo y alma a esta actividad durante tres o cuatro días.

Glastonbury Festival. 2013. The Pyramid. Show.
En Glastonbury, por ejemplo, hemos asistido a más de una treintena de conciertos por el módico precio de poco más de 200 libras (230€ aprox.). En la vida real se puede hacer lo mismo, pero resulta mucho más costoso en términos de tiempo y de dinero. Sabemos que usted no piensa que la motivación principal de la mayoría de los festivaleros sea la música, algo que contrasta con el hecho de que la primera pregunta que se escucha cuando un festivalero conoce a otro es: “¿qué grupo has venido a ver?”. No contamos en esa treintena actuaciones de circo, teatro callejero, performances o cualquier otro tipo de artes escénicas de las muchas que se reparten en el programa de festival, ni los cientos de Djs pinchando todo tipo de música en diferentes lugares del recinto. Porque otra de las grandezas de los grandes festivales es ofrecer en vivo o pinchados un sinfín de tipos de música diferentes: en un mismo día se puede saltar del rock al punk, del blues al hiphop, del pop al reggae, del jazz a la música balcánica y aprender mucho de todo ello. Esta actividad de zapping musical que horroriza a algunos, nos ha enseñado a apreciar las conexiones entre las diferentes formas de expresión musical y, sobre todo, a respetar a todo artista que intenta comunicar algo. En eso seguro que nos da la razón.

Glastonbury Festival. 2013. The Pyramid. The Rolling Stones. Phoenix
Pero es cierto, hay algo más que la música en sí. Algo que hace que haya festivaleros que repiten el mismo evento año tras año o ven al mismo grupo tres o cuatro veces en la misma temporada. Algo que hace que asistir al mismo programa sea diferente si se hace en un lugar o en otro. En festivales como Glastonbury existe lo que los ingleses llaman el vibe, y es un fenómeno que reúne las sensaciones, el espítiru, el ambiente, las pasiones. Es algo que no solo está en el lugar concreto, sino que ocurre dentro de uno mismo. Empieza desde el día en que uno se pone a buscar la manera de llegar a lugares tan lejanos como un rincón de la campiña inglesa o una isla en el Danubio, continúa con la experiencia de convivir y compartir cultura con miles de personas durante unos días y persiste al regresar como algo que te incita a bailar allá donde la música suene, te da una sonrisa extra en cualquier situación de la vida, posándose en la memoria como un recuerdo imborrable.

Como puede observar, aún no hemos hablado de alcohol, ni de sexo, ni de drogas, que las hay, legales, semi-legales y directamente ilegales. Esta es una parte que no tiene nada que ver con todo lo anterior. Pero por supuesto vamos a abordarla.

El consumo de alcohol en los festivales es masivo, al menos, tanto como en las fiestas de cualquier pueblo de España. En Glastonbury, hemos visto todo tipo de objeto rodante a tracción humana repleto de cajas de sidra y cerveza. Porque, sí, señor, al final, entraron los carritos aunque usted (y la norma del Festival) diga que no (son las cosas de hablar sin haber estado allí). La razón puede ser que la bebida es cara y las barras más escasas que en otros eventos de este tipo, por cuestiones de la estricta (e hipócrita) legalidad que rige en aquel país.

Glastonbury Festival. 2013
Es el único festival de Europa, que sepamos, en el que se permite la entrada de alcohol al recinto, lo que demuestra por lo menos que se confía en que la gente no va a ponerse a tirar latas de cerveza al escenario ni nada parecido, como se argumenta en otros lugares. Curiosamente, en cinco días acampados en Glastonbury, no asistimos a ninguna pelea y a nadie se le ocurrió tirar ni una lata ni un tapón al escenario. No se engañe: cuando nos restringen la entrada de bebidas en otros lugares no es tanto por razones de seguridad o de salud como por una cuestión de vendérnoslas dentro.

¿Y las drogas? Se usan de manera indiscriminada. Es decir, quien quiere las usa y quien no quiere, no. Como en cualquiera de esas discotecas donde la mona se viste de seda, muy mona ella, y se empolva la nariz cada hora sintiéndose la reina del mambo. Como en cualquier otro lado, cualquier noche.

Sobre el afán de los asistentes de "acostarse con desconocidos" opinamos que no es nada malo, no es nada raro y por supuesto no lo consideramos prueba alguna de la degeneración, ni de la junventud ni de las edades que sean. En Glastonbury, además, se preocupan de que los asistentes puedan tener relaciones de manera segura y con cabeza. Por eso hay puntos de información donde se facilitan preservativos gratuitamente para todos los festivaleros.

Glastonbury Festival. 2013. The Pyramid. Show
Dicho esto, la insinuación de que depravados jóvenes y no tan jóvenes van a festivales como Glastonbury a ponerse ciegos, follar y pasar de los conciertos, aparte de demagoga, se pega con la multitudinaria asistencia a todos y cada uno de estos. Además de las más de 100.000 personas que asistimos al concierto de los Rolling, de los Arctic o de los Mumford (por citar sólo los tres cabezas de cartel) había gente que ni siquiera fue a ver a los Rolling porque sus gustos musicales se decantaron por ver a gente como Chase&Status o Public Enemy, quienes también tuvieron gran asistencia. En todas y cada uno de las más de 60 escenas donde alguien estaba interpretando música en directo, encontramos a gente disfrutando de ello, escuchando al artista y participando de la actuación porque a fin de cuentas así se forjan los mejores conciertos. El peso no sólo recae en el artista.

Decir lo que usted dice de los festivaleros más jóvenes, es dar carnaza sin sentido a los detractores de este tipo de eventos, es hacer responsable a la música y a la libertad de los comportamientos censurables que se dan, pero para los que habría que buscar razones más profundas. Es engañar a la gente, a los padres los primeros, haciéndoles creer que si los chavales se quedan en casa o en su barrio no van a beber, no se van a drogar, o no van a follar. Y eso es directamente mentira.

Glastonbury Festival. 2013
La suciedad (no mugre), las basuras, el barro si llueve, los baños indecentes, el no ducharse en 3 o 4 días, el dormir en el suelo o casi..., eso es así y cada uno se organiza como puede. Nada criticable ni irreparable. Al llegar a casa o al hostal, te duchas y ya está. Se acabó la mugre. No nos importa mancharnos de barro de vez en cuando.

Y la suciedad del terreno puede paliarse también. Se pueden poner miles de contenedores destinados al reciclaje, miles de baños portátiles, limpiarlos a diario, recordar por activa y por pasiva que el terreno hay que cuidarlo, que se usen los baños y no el suelo. Evidentemente eso requiere de la implicación del festival, de unos costes destinados a mejorar la comodidad de la gente, a posibilitar el buen comportamiento dando las facilidades para ello, a trasmitir el cariño de la organización e involucrar a los asistentes en ese cariño. Estos costes van en contra de los beneficios económicos pero revierten directamente en el alma del festival, en su imagen y en la experiencia global del festivalero. Glastonbury hace todo esto y mucho más.

Y como dato final en cifras, Glastonbury siempre tuvo beneficios en las treinta y tantas ediciones celebradas, excepto el año 2008. ¿Esto significa que perdieron dinero? No. Para Glastonbury esto significa que "sólo" obtuvieron 1 millón de Libras de beneficio, que es lo que anualmente donan a las organizaciones benéficas con las que trabajan codo con codo y que ese año también donaron. Esto no son milongas teóricas. Sobre el dinero que repercute en los pueblos de alrededor (donde por supuesto no todo el mundo apoya al festival ni mucho menos) o en la propia Bristol, donde está el aeropuerto más cercano, no tenemos datos pero no creemos que sea despreciable.

Glastonbury Festival. 2013. Kids
Acudir a Glastonbury, 5 días contando todos los gastos, cuesta menos que comprar un sofá, la mitad que un iPad, menos que una semana de playa en Gandía. ¿Es caro? Depende, es una opción de vacaciones y ocio. Es cambiar la playa por ver a los Rolling Stones tocando en un escenario en forma de pirámide, en un recinto donde hay música en directo en decenas de sitios, hay circo, teatro, cine, contacto con miles de personas con inquietudes similares, intercambio de cultura, apertura de mente...

Un festival es como cualquier ciudad grande. En todas ellas hay mugre, drogas, alcohol y, algunos dirían, con un poco de suerte, sexo con desconocidos, y a pesar de todo no dejamos de visitarlas o de vivir en ellas. Y es cierto que en un festival también puede uno drogarse, beber hasta perder el conocimiento, aparearse hasta el alba con recién conocidos e, incluso, pasearse por el recinto disfrazado de Espinete o de los Cazafantasmas; pero para eso, querido Manrique, no hace falta pasar por vuelos a deshoras, noches durmiendo en el suelo y días expuestos al sol o a la lluvia, porque eso, amigo, es un día de verano en cualquier rincón de la costa.

Un festival como Glastonbury no se queda en la música, no sólo trata de música igual que la música no se queda en la música, no sólo es música y nunca lo fue.

Festivaleros!