Nos levantamos cantando Kualkier Día porque nos hemos acostado gritándola. La garganta se resiente algo y el cuerpo sabe que hoy es el último día de Viñarock y que no puede fallar. Notas cómo las fuerzas se van recolocando para aguantar las 24 horas que nos quedan por delante de intendencia, conciertos y quién sabe si alguna prórroga.
Así que cuando vemos el cartel que anuncia Masaje Gaélico, me lo pienso durante un momento, pero luego me acuerdo de que tengo hora a las 13h para ducharme en el baño de un chalet y ya he pagado así que dejamos la investigación de qué tipo de masaje es el gaélico para otra ocasión.
Lo primero duchar, lo segundo cargar el móvil, lo tercero....ejem, luego salir del chalet suave como una nube, como el vapor, un ave que sube y sube sin motor dispuesto a tomar el cielo por asalto y afrontar la última maratón. Preparados, listos, ya.

Con el buen rollo en el cuerpo cambiamos totalmente de tercio, y de katxi, para meternos de lleno en el concierto del Reno Renardo. Me sorprendieron porque me esperaba un concierto de risas y cachondeo y la verdad es que dan bastante más que eso con su estilo que, como otras bandas carne de mundo idiota, no deja de lado la calidad musical. Un momento friki y muchas risas para continuar la tarde ligeros. Además consiguieron arrastrar a un montón de gente, curiosos y auténticos fans cantando cada letra.
Volvemos a cambiar para dejarnos sintonizar por los Benito Kamelas, siempre con el cariño de la gente en el aire, en la emisora del rock. Y así les cantamos a esos abuelos republicanos que lucharon por la libertad de todos, o de casi todos, en 'Fue mi abuelo', que fuera de una mejor o peor interpretación, siempre pone los pelos de punta.
Entretanto, unos vamos a hacer fotos, otros a pillar priva, otros al baño, otros charlan con todos...y al final unos pa'quí y otros pa'llá, te encuentras con alguien, te echas un baile, ahora vengo, nos vemos allí... ratitos Viñarock.
Con el buen sabor de boca de los Benito, la siguiente parada son otros valencianos, La Raíz que salían a escena, se ponían de 'El lado de los rebeldes' y desde el principio dejaron claro que ese no iba a ser un concierto más.
El momento fue de estos en los que confluye todo y encaja a la perfección. El atardecer (esos atardeceres viñarockeros que tengo muy alto en el ranking de atardeceres, con música de fondo, gente corriendo porque llegan tarde a sus conciertos pero con la sonrisa en el rostro), la hora perfecta, las ganas del público, el dinamismo que le da al concierto la variedad de voces y maneras de cantar, mezclando rap, con melodías, con guitarras, con vientos..., las letras que identifican a público mayoritariamente muy joven y banda, la luna 'Borracha y callejera', asomándo en el cielo, Pablo, uno de los cantantes, anima: 'Levantad esas banderas, bien altas para que caigan los fascistas!', se hacen acompañar por Toni "el sucio" de los Chikos del Maíz que entra perfecto en el tema 'Donde duerme el Chamán'... y el viña adquiere cada vez más y más intensidad hasta que entra en resonancia, tanto que una de las puertas que cierran la vallas seguridad no aguanta más, salta el cerrojo y se abre un hueco en la valla, dejándo algún momento de tensión entre la gente de las primeras filas y la gente de seguridad, que no pasó a mayores.

Después de este alarde, La Fuga recoge el testigo y la intensidad rítmica y sonora se rebaja un tanto. Empezaron con un sonido que no daba el empujón que ellos parecían estar dando sobre el escenario y tardó alguna canción en sonar realmente bien. Las canciones de siempre son buenísimas, y están instaladas entre la gente del rock, son patrimonio de todos las cante quien las cante y son las que sostienen el concierto.
Hubo distintos momentos, emotivos con 'Heroína', para el baile con 'Pedazo de morón', para la sorpresa con una rabiosa versión de 'Txus' de La Polla Record, para "simplemente" rock con 'Trampas al sol' o para el recuerdo incluso algo nostálgico con canciones como 'Por verte sonreír'. Con todo esto la nota es alta y las canciones nos las cantamos todas. La Fuga me sigue volviendo 'Majareta'.
Y de un cariño especial a otro, nos volvemos hacia el escenario de la izquierda, en el que Juantxo Skalari tira de manual, apoyado en la Rude Band, para darnos una buena ración de buen ska con algún toque latino y su inconfundible voz. Las canciones de Skalariak predominan en un concierto donde se escuchan himnos que compiten muy alto en el "himnódromo" viñarockero como 'Puto alcohol', 'Skalari Rude Klub' o la mágica 'Despídeme': 'desde el corazón del pueblo'.
Los cacharros voladores con cámaras que graban conciertos (ahora llamados drones) andaban por ahí volando y no se quisieron perder uno de los conciertos más esperados en cualquier viña.
El de Soziedad Alkoholika es el concierto de más presencia del Viñarock desde hace años aunque este año probablemente esté empatado por arriba con otros porque era imposible meter más gente. La brutalidad de un concierto de S.A. y más en uno como este, corto (algo más de una hora), es algo que no varía. Tienen la fuerza del acero recubriendo la precisión de un reloj, con un recorrido que nos lleva desde los ritmos sincopados con saturación máxima de guitarras y amplis como en 'Palomas y Buitres', sin contemplaciones, hasta el habitual final divertido con el 'Motxalo' y cierre bestial con 'Nos vimos en Berlín'. Un recorrido no por muy transitado, menos efectivo.
Mientras S.A. salían con el rodillo al escenario rock, Violadores del Verso se preparaban para sentar cátedra en la universidad del rap del escenario rapero. Una pena que a nadie se le haya ocurrido o nadie haya conseguido convencer a ambos para hacer un concierto juntos como aquel que hicieron algún año en fiestas del Pilar en Zaragoza. Se complementan muchísimo pero arrastran ambos a tanta gente que sería inmanejable seguramente la masa en ese recinto.

Violadores del Verso está en la casa y la casa fue enorme.
Y de costa a costa, pasamos de la calle rap a la calle rumba.

A Porretas y a The Locos nos los saltamos esta vez y nos fuimos por derroteros menos conocidos y algo más arriesgados para encontrarnos con el indescriptible concierto de Skip & Die. Si ya su música es difícil de catalogar, todavía descoloca más cuando los ves dos veces (les vi en el Sziget Festival del año pasado) y no tiene nada que ver un concierto con el otro.
Al Inicio Skip & Die sorprendieron con su pop orgánico e intergaláctico y la presencia de la voz y el contoneo de gata salvaje de la cantante Cata Pirata. Una de las aristas musicales de un viña donde cada escenario es un territorio de género bastante acotado (rock guitarrero, trompetero, metalero y rapero + el bonus track del reggae de este año). La electrónica cuadraba bien con la hora pero no acabó de enganchar y la gata se fue un poco por el tejado dejando a más de uno con la boca abierta sin saber muy bien qué decir. 'Qué, ¿te han gustado?'. 'Pues no lo se muy bien, la verdad'.
Apuramos la noche haciendo una visita a la mezcla de electrónica y rap de Dremen que contaron con la colaboración de Iván Nieto, y cantando luego a los trasquilones de dormirse entre tu pelo junto a La Patera, grupo tributo a Marea.
Y así, entre el lapicero de comerse las historias y
el calabobos de las nubes de tabaco, damos por finalizado Viñarock. No hay prórroga. No podemos más. Cada mochuelo a su medio de transporte. Algunos pillan el bus, otros el coche, a otras les vienen a buscar su padre (si, también hay de esas). Nosotros nos sentamos a ver el viña implosionar, desaparecer y fagocitarse a sí mismo... para volver a explotar como las flores, con la primavera, el año que viene. Nos vemos viñarockeros!
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Carrusel de Fotos (Ir a la galería completa en este enlace)
La Raíz poniendo el Viña patas arriba
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